Después de una investigación que se prolongó por más de siete meses, la Comisión de Justicia Partidaria y la Comisión Permanente del Partido Revolucionario Institucional (PRI) determinaron la expulsión del ex gobernador del Estado de México, Alfredo del Mazo Maza, por actos de traición al partido.
La decisión se fundamenta en la acusación de que Del Mazo entregó la entidad al gobierno de Morena, tras la victoria de Delfina Gómez en los pasados comicios electorales. “Por atentar contra los principios establecidos en los estatutos internos y por actos de traición”, es que se dio esta expulsión, lo que podría marcar el fin de una era para la influyente familia Del Mazo, la cual había producido tres generaciones de gobernantes para el Estado de México.
Según información preliminar, la decisión se basó en los comentarios y comportamientos de Del Mazo con el presidente Andrés Manuel López Obrador, sugiriendo una cercanía y posibles acuerdos que contravenían los intereses del PRI. Además, se rumora que Del Mazo al igual que Alejandra del Moral, quien renunció al PRI en días pasados, podrían estar en camino de asumir un cargo diplomático o algún otro tipo de cargo público dentro de las filas morenistas.
Esta expulsión representa movimiento significativo para PRI, que sigue enfrentando retos internos y externos en su lucha por mantenerse relevante en el panorama político nacional. La familia Del Mazo había sido una columna vertebral del partido en el Estado de México, y esta decisión pone fin a una dinastía de décadas en la política mexicana.
El futuro de Alfredo del Mazo, así como el impacto de su salida en el PRI, serán temas de gran interés en los próximos meses, mientras el partido busca redefinir su identidad y estrategia de cara al futuro.



