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¿Vale más la vida de un millonario que la de un migrante? Los polos opuestos de dos tragedias en el mar

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La desaparición del submarino que transportaba a turistas millonarios para explorar los restos del Titanic impactó a millones con su drama cinematográfico: una carrera contra el tiempo, pasajeros sin oxígeno y el icónico trasatlántico que sigue capturando la imaginación de las personas más de cien años después de su hundimiento.

Sin embargo, mientras esta historia ha acaparado los titulares, otra tragedia en el mar ha quedado en segundo plano.

El naufragio de un barco pesquero con 700 migrantes en las costas de Grecia, que intentaban llegar desde Libia a Italia, ha provocado detenciones, protestas violentas y cuestionamientos sobre la incapacidad de las autoridades para actuar o encontrar una solución a largo plazo al problema de la migración.

Sin embargo, muchos defensores de los derechos humanos se sienten frustrados porque el mundo parece haber pasado página, y los recursos y la atención mediática dedicados a la búsqueda del submarino Titan superan con creces los destinados al rescate de los migrantes.

“Es un contraste horrible y repugnante”, aseguró Judith Sunderland, directora adjunta de la división de Europa y Asia Central de Human Rights Watch, al reflexionar sobre las evidentes disparidades en los recursos destinados a la búsqueda y la atención de los medios hacia ambas crisis.

“La disposición a permitir que ciertas personas mueran mientras se hace todo lo posible por salvar a otras… es un reflejo realmente oscuro de la humanidad”, afirmó.

Este contraste plantea interrogantes sobre las diferencias en la forma en que los medios cubren ambos sucesos, así como en la respuesta de los gobiernos y las estructuras gubernamentales. ¿Por qué es tan diferente?.

Según Sunderland, no es sorprendente que la búsqueda del Titan y sus pasajeros haya captado la atención mediática, ya que la historia de “personas muy ricas” que pueden “morir en un viaje de vanidad” resulta interesante. Sin embargo, considera que el verdadero problema radica en la asignación de recursos.

Existen notables diferencias en la cobertura de ambos sucesos. En Pakistán, país de origen de dos pasajeros del submarino Titan, la gente recurrió a las redes sociales para ofrecer oraciones, aunque la reacción fue menor en comparación con el impacto y el luto provocados por el naufragio del barco con cientos de inmigrantes a bordo, muchos de ellos también provenientes de ese país del sur de Asia. Esta historia también ha tocado una fibra sensible en otros países de los que partieron las víctimas, especialmente en el Medio Oriente.

Hasta ahora, las autoridades griegas han recuperado los cuerpos de 81 personas y se han rescatado a 104 pasajeros, incluyendo a paquistaníes, egipcios, sirios, afganos y palestinos. Cabe señalar que el rescate de las personas con vida no fue realizado por ningún gobierno, si no por los 4 integrantes de la tripulación de yate Mayan Queen IV, propiedad de un empresario mexicano.

En otras partes del mundo, la desaparición del submarino ha acaparado los titulares y ha generado amplias discusiones en las redes sociales. En Estados Unidos, es el artículo principal en los portales de noticias y se habla del tema en los programas matutinos.

En el Reino Unido, la historia ocupó las portadas de los periódicos, e incluso la realeza está al tanto de las novedades debido a que uno de los turistas a bordo ha apoyado durante mucho tiempo a dos de sus organizaciones benéficas.

Este caso ha recordado a otros esfuerzos de rescate que han conmocionado al público, como los 12 jóvenes futbolistas tailandeses y su entrenador atrapados en una cueva, los 33 mineros chilenos bajo tierra durante 69 días, los 23 marineros rusos confinados en un compartimento tras las explosiones en el submarino Kursk, los diversos casos que se han dado en México de mineros atrapados. Los futbolistas y los mineros chilenos fueron rescatados a tiempo, pero los marineros rusos y los mineros mexicanos no tuvieron la misma suerte.

Sin embargo, también hay una diferencia fundamental que podría explicar por qué el caso del submarino no ha suscitado la misma atención a nivel mundial: se trata de aventureros millonarios que eligieron emprender este peligroso viaje. No son personas en busca de una vida mejor, ni tampoco son personas que corren riesgos en sus labores diarias.

La riqueza de los pasajeros del submarino también contrasta con la desesperación que impulsó a cientos de migrantes a abandonar sus hogares en busca de una vida mejor en Europa la semana pasada. Afortunadamente 104 fueron rescatados, sin embargo se han encontrado los restos de 81 personas, y más de 500 siguen desaparecidos, uno de los peores naufragios de migrantes ocurridos en el Mar Mediterráneo.

Ambos casos representas catástrofes humanas, pero los recursos desplegados para rescatar a los sobrevivientes son polos opuestos. Y tú, ¿crees que hay vidas más valiosas que otras?.

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